Dar gracias a Dios por la belleza de la creación

La vida, la salud, el aire que respiramos, el sol, la luna, las estrellas, el agua del mar y los ríos, la montaña, las flores ... Esta casa común es "como una madre hermosa que nos acoge entre sus brazos". ¿No "es de bien nacidos ser agradecidos"? (P.M.)

Testimoniar siempre sentimientos de fraternidad

Lo pensemos o no, estamos contribuyendo constantemente a crear o destruir el "clima de familia" que necesita la salud del mundo. Y si "lo que sale de la boca brota del corazón", ahí está el "lugar ecológico" de nuestro trabajo. (P.M.)

Poner en valor la obra que Dios ha realizado en nosotros

Si a Dios le gusta que nos sintamos los artífices de nuestra propia historia, a nosotros nos hace bien mirarle a los ojos y reconocerle la vida y el deseo, las aptitudes y los talentos, y esta "misión que somos" cada uno para los demás. (P.M.)

Creer en la ayuda de Dios

¡De cuántas ayudas Suyas nos enteraremos algún día! Como Educador sabio, no "aparecía" para hacernos sentir protagonistas. Y "no nos lo decía". Demasiado chiquita nuestra cabeza para saberlo, pero no para creerlo. La fe es de "los pequeños". (P.M.)

Hacer felices a los prójimos y serlo nosotros con ellos

Es que la felicidad es el "pan de los hijos", que no se come en solitario, sino sentados a la misma mesa; pan que, milagrosamente, "se multiplica" cuanto más se distribuye. Un Padre "lo gana" para todos: "Danos hoy nuestro pan de cada día". (P.M.)

Superar nuestras dificultades con el amor

"Superarlas", no ignorarlas o esconderlas o disimularlas; no huir de ellas, sino afrontarlas y vencerlas, creyendo firmemente que el amor es una fuerza que nos lleva más allá de nosotros mismos y nos hace parecidos al Creador. (P.M.)

No desanimarse por las propias fragilidades

Siendo ellas la "asignatura" que nos hace humildes y sabios, es también la que más se nos atraganta en la "carrera" de la vida. Reconocer y asumir esas fragilidades, transformando "la debilidad en fuerza", es "aprobar" la vida con "nota". (P.M.)

Escuchar al otro sin reservas

Sí, porque no escuchamos ideas y palabras; escuchamos rostros,  sentimientos, un corazón, una persona. Y a quien nos ofrece el licor de su casa, no le presentamos un vaso lleno, sino limpio, vacío. Eso es un corazón atento. Escuchar así es un modo dignísimo del amor. (P.M.)

Irradiar el bien actuando con generosidad

Nos toca todos los días "elevar el mundo" con el bien. Y no necesariamente con acciones "sonoras". Porque "ni el bien hace ruido ni el ruido hace bien". ¿Hay algo más benéfico y contagioso que una vida ordinaria vivida con amor extraordinario? (P.M.)

Evitar decididamente en nosotros todo tipo de mediocridad

Tienta, a veces, la monotonía de la vida, e invita a acomodarse y a "ir tirando". Pero la vida se nos ha dado para vivirla. Y es solo del "Amor de nuestro corazón" de donde  extraemos el ánimo que luego repartimos. (P.M.)

La relación constructiva puede nacer de las pequeñas cosas

Es sábado, día mariano. Un "estilo femenino" acaricia a la humanidad cada día, y esta no siempre sabe reconocer: es el amor con detalles; con la humildad y la ternura, que "no son virtudes de los débiles sino de los  fuertes". (P.M.)

Ofrecer verdadera amistad

Somos verdaderos amigos no cuando "nos miramos" mutuamente, sino cuando "miramos juntos en la misma dirección". Ese Ideal, que va más allá de nosotros, vivido con pasión, en lo bueno y en lo malo, nos hace fuertes y nos renueva cada día. (P.M.)

Compartir de corazón alegrías y dolores

No es un "almacén" el corazón humano sino el cauce de la amistad y el afecto. Aislados, perdemos esa "claridad interior" que hace tan gozosa la vida. "Un amigo fiel es un refugio seguro, y quien lo encuentra ha encontrado un tesoro". (P.M.)

Hoy dar un paso más allá de mis posibilidades

Parecerá pretencioso, pero es algo que podemos comprobar. Si el amor de un padre o una madre es capaz de despertar en el hijo energías que parecían inimaginables ¿vamos a dudar de que "lo imposible para los hombres es posible para Dios"? (P.M.)

"Hacerse próximo" de cada uno

¡"Proximidad", palabra clave!. Lo primero, en nuestra comunicación con el otro, es "la capacidad del corazón" que hace posible "aproximarse", para comprendernos, para encontrarnos y escucharnos, que es mucho más que oírnos. (P.M.)

Sentirse inmensamente amado por Dios

La "Noticia" de ese Amor inmenso la llevo en el fondo del corazón, pero la olvido. Me afectan más las verdades sensibles. Sin embargo, "lo que se ve es transitorio y lo que no se ve es eterno". Sin esta Verdad Eterna "el mundo se expone a descarrilar". (P.M.)

Tratar de comprender al otro

Empezando por el próximo, por nuestros más "próximos": Para "entrenamos" ahí. Para encender ahí el fueguecillo del amor mutuo ("de dos en dos") que disuelva luego los "témpanos y hielos" del mundo al que "somos enviados". (P.M.)

Emplear la benevolencia con todos

Ese es el primer "medio de comunicación" que nos permite entendernos, la puerta de acceso que le abrimos al otro, la buena voluntad nuestra que aporta "circulación" saludable a las venas del cuerpo social. (P.M.)

La misericordia genera comprensión

No cuenta del mismo modo las mismas cosas el corazón bueno que el corazón resentido y pendenciero. La verdad se comprende con el amor; se ofusca con el resentimiento. ¿Y no estamos en este mundo para vivir unidos en la verdad? (P.M.)

Hacer nuestras las necesidades del prójimo

En la medida que nos vamos haciendo más sensibles a las necesidades de los demás, el dichoso "yo" deja de engordar y de enfermarse, se expansiona, se libera, y refleja cada vez más puramente la Belleza de Quien nos hizo. (P.M.)

Reconocer las propias derrotas con sano equilibrio

Con "libertad de corazón": que los éxitos y los frutos no nos exalten, y los fracasos y los malos resultados no nos depriman. La humildad y la naturalidad siempre de compañeras. ¡Cuánto necesita nuestro mundo personas así, normales! (P.M.)

Perdonar verdaderamente hasta el fondo

¿Quién no sufre alguna vez la herida de una ofensa? Pero ¿verdad que no se curan las heridas con el rencor? El perdón las hace "gloriosas" y deja en el corazón la luz. Y la luz "se encarga" de denunciar el mal y la ofensa. (P.M.)

"Echarle fantasía" para amar

Como al sol no le detienen las nubes, y el río consigue siempre su cauce, al amor, si es amor, no le paralizan las dificultades ni le bloquean los desaires. El amor verdadero es creativo y sabe siempre "inventarse". (P.M.)

Hacerse cargo de los pesos del prójimo

¿Verdad que cuando miramos con generosidad los problemas de los otros, los nuestros empiezan a parecernos diminutos, y nuestras quejas y agobios desproporcionados? Ese es el "equilibrio" que viven los miembros de nuestro cuerpo. Por eso es tan sano el amor universal. (P.M.)

En cada fracaso intentar ver el lado positivo

Que lo tiene; porque somos "alumnos de la vida", que no deja de enseñarnos cada día. Y "un suspenso" se convierte en "sobresaliente" cuando sirve para "aplicarnos" más y mejor en la humildad y en la fe: Dios es Maestro providente. (P.M.)

El amor nos renueva en todo momento

Cuando se apodera de nosotros el cansancio y la monotonía, conviene recordar que la verdadera "novedad" de la vida va dentro de nosotros. Porque es el amor el que "hace nuevas las cosas"; y, en este camino, dejar de amar es retroceder. (P.M.)

Difundir la esperanza

Esa especie de nostalgia que se nos asoma, de vez en cuando, por no ser felices del todo, es el huequecillo por donde se introduce la esperanza. El alma humana es un huerto que solo riega satisfactoriamente un Amor Eterno. Y es "agua" que se difunde.(P.M.)

Superar en nosotros la inseguridad

Si el amor de los padres es la seguridad de los hijos, ¿podrá sentirse inseguro quien llama a Dios, de verdad, "Padre nuestro"? Millares de personas hemos iniciado hoy la jornada con la misma oración: "Yo te amo, Señor, Tú eres mi fortaleza". (P.M.)

Dios puede operar sobre nuestra debilidad

Solo hace falta que esa debilidad no nos enfade. Con sentido de realismo y una pizca de buen humor, entenderemos que nuestros límites son beneficiosas "humillaciones" que nos hacen más humanos y mejores hijos de Dios. (P.M.)

Vencer los prejuicios y los miedos

Tan mezclados andan la verdad y el error, el bien y el mal, que afloran naturalmente en nosotros la prevención y el temor. Solo alimentando, unidos, nuestra mirada con la luz y la fuerza del "buen espíritu", conseguiremos discernir y vencer. (P.M.)

Toda contrariedad es ocasión de crecimiento

Crece, sobre todo, en la contrariedad, la conciencia de que no somos Dios: que nuestros deseos y expectativas no siempre marcan el mejor camino, que solo con humildad y desprendimiento se adivina y se "reconoce". (P.M.)