Manuel
Morales, agustino
No nos referimos al popular
concurso de televisión española, sino a una idea genial, con ese mismo título
(en italiano, “passaparola”), y de muchos años antes.
Un poco de historia. La
Palabra de vida.
Chiara
Lubich (1920-2008), junto a sus compañeras (el grupo, pronto se llamaría
“focolar”), inicia en los años ’40 una gozosa aventura espiritual con un método
sencillo. Descubriendo el poder revolucionario del Evangelio (al fondo, “eran
tiempos de guerra y todo se derrumbaba”), toman de esa fuente cada semana una
frase, la guardan en el corazón como un tesoro y la aplican a las
circunstancias del día. Son “palabras de vida”, no solo objeto de lectura y
meditación, sino fuerzas interiores que cambian la vida. Deciden luego
acompañar esa palabra con un comentario breve que someten a la aprobación del obispo.
“Se puede quedar uno analfabeto -piensan ellas- por desconocer las letras del
abecedario y unas pocas reglas gramaticales. Pues igualmente, un cristiano será
incapaz de expresar a Jesús en este
mundo si no escucha las Palabras de Dios y las pone en práctica. ¡Hay que
aprender a vivirlas una por una!”[1].
La práctica pasa, como
una mancha de aceite, a toda la Familia Focolar. Se convierte así, para todos,
en un compromiso y un empeño espiritual: encarnar, con ritmo variable (semanal,
mensual) una frase completa del Evangelio. Vivir la Palabra será vivir la
unidad de un modo concreto. Y ese es el Ideal de Chiara y del Movimiento
naciente: la unidad. Vivir la Palabra juntos garantizaba la presencia de Jesús
“donde dos o más están reunidos en su nombre”[2]. La
historia del Movimiento confirmará cuánto la vida de la Palabra ilumina los
acontecimientos y las decisiones.
A lo largo de su vida, Chiara
comentó de mil maneras esas palabras, sobre todo con la “exégesis del corazón”.
“El Evangelio es un abismo”, dirá; siempre es nuevo, permite siempre
discernimientos y comprensiones nuevas. “Solo el Evangelio” deseó dejar Chiara a
quienes le seguían.
El pasapalabra. - Un 9 de diciembre de
2001 Chiara sorprende con una idea original. Propone no solo la Palabra de vida
del mes, sino algo más, un pensamiento para cada día. Con verdadera pasión quiere
ayudar a todos a vivir con plenitud el momento presente. Es “la palabra
cotidiana”, “el pasapalabra”. Concentrarse en ese pensamiento será “como vivir
todos los puntos de la espiritualidad”[3], encender
el motor y mantenerlo en marcha durante el día; será un nuevo modo de vivir, distinto
cada día, que ilumine, estimule y guíe, para captar lo que Dios quiere de
nosotros en cada momento, para establecernos en esa Voluntad suprema, perfeccionarnos
y adecuarnos a ella.[4] “Si continuamos viviendo
así toda la vida -afirmaba Chiara- habremos hecho todo lo que se requiere para
un viaje verdaderamente santo”.
En 2003, el 25 de
septiembre, en la conexión telefónica mundial, Chiara precisa mejor la actitud
correcta del pasapalabra. “¿Qué os parece si, al pasapalabra le añadiéramos:
“sobre todo en el contacto con los hermanos”? Es la esencia de su Ideal, la espiritualidad
colectiva; santificarse, si, pero juntos, “para que todos sean uno”.
Y ahora tomamos el testigo. - La
práctica del pasapalabra ha continuado en el Movimiento. Pilar Marín, en un
precioso estudio lingüístico que acaba de publicarse en italiano, afirma que
esta idea de Chiara es “un antecedente de twitter (2006), de los SMS de
Internet...” Y explica lo que en Lingüística se llama paremia: “un enunciado
breve, sentencioso, que transmite un mensaje instructivo que incita a la
reflexión intelectual y moral”[5]. ¡Brevedad
y concisión! Eso hace eficiente el pasapalabra. Porque “en un mundo en el que
la comunicación los media, las noticias, las nuevas tecnologías, son cada vez
más veloces y breves, las personas disponen de poco tiempo, pero tienen una
enorme necesidad de profundidad”. Y Chiara, sobre todo en la última parte de su
vida, ha sido cada vez más esencial y concisa: en poquísimas palabras transmitía
grandes realidades.
La transmisión del pasapalabra
se hace, pues, al principio, oralmente o por escrito. Luego pasa por el
circuito de la comunicación digital y se difunde por todos los medios al
alcance: Internet, mail, twitter, Facebook… Los móviles SMS, WhatsApp...
Explica Pilar Marín los
valores del invento desde el punto de vista psicológico. Nos sumerge en el
presente, dice. Tiene propiedades curativas. “Viviendo en una sociedad que hace
tan complicada y difícil la vida, pone nerviosos e inquietos, el pasapalabra puede
hacer que hoy, este momento presente, perdure en la eternidad y nos devuelva
valores tan necesarios como la paz y la serenidad”. ¡Genial! Los ecos de la
práctica no tardaron en llegar y siguen llegando cada día: “Es como la vitamina
del Espíritu”; “lo primero que quiero saber por la mañana”; “nos ayuda a
mantenernos a la altura”.
Chiara Lubich, con esta
idea, ayudaba a “recuperar lo cotidiano con todo lo que tiene de bello y de
lucha, de sufrimiento y de rutina; nos devuelve la esperanza y la luz, no solo
en una dimensión personal sino también comunitaria. Podemos vivir el pasapalabra
con todos los que en el mundo lo reciben”.
Tras la muerte de
Chiara, un grupo del Centro del Movimiento se encarga de confeccionar cada día
el pasapalabra. Se inspira en la Palabra de Vida del mes, en los momentos
fuertes de la Liturgia (Adviento, Cuaresma, Pascua...) y en eventos
significativos de la Iglesia y del Movimiento.
El comentario añadido. - Y aquí
entra en escena el autor-servidor de este artículo. La Providencia me envolvió
también a mí hace casi cincuenta años (¡bodas ya de oro!) en esta aventura
espiritual de los Focolares. Y viendo yo que, traducido ese bendito pasapalabra
en más de 18-20 lenguas, se acompañaba, según los lugares, de distintos breves comentarios, con
cierto temor de Dios, me he lanzado yo también a glosarlo cada día. Solo cuatro
o cinco líneas. Veo la frase y me retiro a la oración. Está claro que ese sucinto
enunciado trae dentro una intención y una carga que recuerdan aquella “chispa
inspiradora” a que se refirió Juan Pablo II: el amor, la radicalidad del amor.
Por eso les va bien a todos, de cualquier edad, lugar y creencia. Todos llevamos
en nuestra naturaleza ese “impulso interior” y anhelamos desarrollarlo. Al elaborar
el comentario, me llega enseguida un poco de esa luz a la mente y al corazón. Lo
que escribió San Agustín -que “en el
hombre interior habita la verdad”[6]- es
rigurosamente cierto. Por eso, “escuchar la palabra de Dios dentro de nosotras
(escuchar la voz)” fue una práctica de Chiara y de sus compañeras[7].
Pienso, entonces, en
quienes esperan esa luz cada mañana, temprano, en su WhatsApp. Parte el
pasapalabra y su poder multiplicador es incalculable. De amigo a amigo, de
grupo a grupo, de vecino a vecino… ¡Pasa la Palabra! Y conseguimos “hablar al
oído” a cada persona, en medio de tantas otras voces.
[3]
Conexión
telefónica 22.5.2003. Las conexiones telefónicas son otra invención de Chiara.
Cada cierto tiempo se establece una llamada colectiva del Centro de Roma a los
miembros del Movimiento en el mundo entero.
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