miércoles, 12 de octubre de 2022

Acompañar espiritualmente a nuestro mundo

Cádiz, 12 de octubre de 2022

 

209.- Acompañar espiritualmente a nuestro mundo

Me resulta interesante y lúcido el artículo publicado en la revista Ekklesía (edición italiana n.16-año 5, 2022/3) con el título “Llevar la fe a la vida de cada día”. El autor es Jens-Martin Kruse, párroco de la principal iglesia luterana de Hamburgo. Voy traduciendo y resumiendo.

“Vivimos una época -escribe- de múltiples cambios. Las Iglesias advierten que se va debilitando la influencia del cristianismo. La fe se va haciendo más vaga. Las normas de la religión ya no orientan el vivir cotidiano de la gente, y se desvanecen las formas de piedad. Muchos no se esperan ya de la fe y de la Iglesia contribución alguna relevante para su propia vida”.  Y recuerda lo que afirmaba el teólogo Bonhoeffer muchos años atrás: que “no solo los dogmas de la tradición cristiana, sino incluso palabras tan elementales de la Biblia como reconciliación, redención, Espíritu Santo, amor a los enemigos, cruz y resurrección… muchos ya no entienden”.

Pero no es pesimista Jens-Martin, y ese es el valor del artículo. Advierte él una “nueva apertura a los interrogantes fundamentales de la vida. Se produce hoy -dice- “una intensa búsqueda de vida verdadera, de espiritualidad y de sentido”. Y más, después de la pandemia del Coronavirus. “Temas como la muerte y la enfermedad, lo vulnerable de la vida y los riesgos del planeta, la cuestión social y la solidaridad, vuelven a ocupar el centro de la atención”. ¿Tiene sentido, como reacción, solo “el miedo al futuro, la incertidumbre, la sensación de impotencia”?

Ante esta situación, dice Jens Martin, “las Iglesias no pueden encerrarse en sí mismas o perderse en debates estructurales internos, sino demostrar de qué manera nueva y más profunda el mensaje del Evangelio es relevante para la vida actual y en qué sentido la fe en Jesús ofrece una orientación a nuestra existencia”.

Manteniendo perseverante, a pesar de todo, nuestra fe, ¿es previsible que se invierta en Europa esa tendencia a olvidar a Dios y a distanciarse la gente de la Iglesia? Nadie lo sabe. Parece que las cosas incluso pueden ir a peor. Pero -señala el autor- nuestra misión no es “deplorar la gradual desaparición del cristianismo y la pérdida de relevancia de la fe. En vez de retirarnos tras las paredes de los edificios sagrados, estamos llamados a ponernos en camino hacia las personas para ayudarles a entrar en contacto con los contenidos y las formas de vida de la fe cristiana”.

Para tal acompañamiento nuestro espiritual, el autor presenta tres aspectos muy claros:

1/ Tomar conciencia de nuestra común responsabilidad: dar cuenta de la propia fe y hablar de Dios a este mundo, es misión de todos los bautizados. ¡De todos! Ni seguir pensando que eso sea función solo del párroco, ni continuar viendo a la Iglesia como una “agencia de servicios religiosos”.  Y en esta común responsabilidad reside un importantísimo potencial para la comunicación de la fe hoy. “La experiencia enseña que el interés por el Evangelio nace sobre todo del encuentro entre las personas que creen y las que no creen”. (El subrayado es mío. ¡Genial!)

2/ Esta misión debe desenvolverse en lo cotidiano: en el trabajo, el tiempo libre, la familia, la escuela, el club deportivo, el mercado, entre amigos... Asegurándonos, eso sí, de que mantenemos en la Iglesia una “robusta vida espiritual” (subrayado mío también), hay que salir de los edificios para encontrarse con las personas en los lugares donde trascurre primariamente su vida. Ahí “narrar el Evangelio de Jesús de una manera atrayente, esencial, pertinente (¡Qué tres adjetivos más bien puestos!), que tenga que ver con la vida. Y al mismo tiempo, escuchar en esos sitios lo que de verdad cuenta para las personas que no son religiosas, o lo son de otra manera; y descubrir lo que, como Iglesia, podemos aprender de esas experiencias.

3/ Vivir nosotros “ya” lo que esperamos, aunque “todavía no” lo poseamos. “Como cristianos, estamos habilitados por Dios para iniciar en este mundo la nueva vida”. No se trata de acciones espectaculares, dice. Pero, si conocemos la meta hacia la que caminamos, debemos y podemos vivir “ya”, aquí y ahora, lo que esperamos. ¿Cómo? “Haciendo cuanto esté en nuestras manos para hacerle llegar el Evangelio a las personas y mejorar las condiciones de vida en este mundo”.

***

Hoy, fiesta de la Virgen del Pilar, “Madre de España”, me viene a la mente la oración de la fiesta del Apóstol Santiago: “Que España se mantenga fiel a Jesús hasta el final de los tiempos”.

 

  1. Manuel Morales O.S.A.

domingo, 21 de agosto de 2022

El Día de la Conjura y La Liga sacerdotal y religiosa. 22 de agosto de 1954

(Tomado de los apuntes del P. Novo)

 

Año 1954. El Padre Novo había comenzado los primeros contactos con un pequeño grupo de religiosos que hasta entonces habían estado en relación con alguno de los focolares sólo a título personal. Son nombres muy conocidos: Mínimo, Nazareno, Micor…

 

El domingo de Pasión, en una pequeña capilla de Trento había sido ordenado sacerdote Pascual Foresi. “Las palabras de P. Novo –cuenta Eli Folonari- habían sido decisivas para que Chiara, que vivía pruebas espirituales y físicas, decidiera participar en la ordenación”. Los pocos asistentes almorzaron luego juntos fuera de Trento, en Riva del Garda. Ahí apareció, entre otros, el jesuita Pavel Hniliça, eslovaco, que había huido a occidente clandestinamente, cruzando el Danubio a nado. Venía de sufrir y vivir la “Iglesia del silencio”.

Chiara, que ese día quería reunirse de forma reservada con un grupo muy restringido (los focolarinos mayores), pidió que se avisara delicadamente a todos los demás. Se avisó al P. Pavel, que salió por la puerta, pero a los cinco minutos ya se había colado por la ventana. Chiara no tuvo más remedio que aceptarlo y seguir hablando. Por cierto, cosas fortísimas.

“Nos veremos en la Mariápolis”, le dijo el P. Novo al despedirlo.

 

Efectivamente, en la Mariápolis de 1954, que se llamó la “Giapoli” (Ciudad de Jesús Abandonado), apareció el famoso P. Pavel. Se colaba por todos lados, quería descubrir todos los secretos de aquella misteriosa nueva vida. Y repetía: “Ustedes no lo saben, pero yo tengo que hacérselo comprender: aquí está el instrumento suscitado por Dios para los males del Cuerpo Místico”. Y a toda costa quería hablar con Chiara.

Chiara finalmente lo llamó y lo escuchó a fondo: “Ustedes no lo saben, pero yo se lo tengo que decir. Esta es la Obra que Dios ha suscitado como remedio contra los males del Cuerpo místico; este es el anticomunismo, es la Iglesia para la anti-iglesia del comunismo” Y Chiara: “Nosotros no sabemos; sabemos sólo que queremos vivir con Jesús en medio, vivir a Cuerpo místico”. (Nota: “Nadie pensaba en aquella Mariápolis que su vida tuviera que tener una función anticomunista: nadie quería estar contra nadie”. “Un pueblo nacido del Evangelio”, p. 283) –“Sí, pero este es el remedio del comunismo, insistía el P. Pavel. Allí está el cuerpo místico de Satanás; aquí está el Cuerpo místico de Cristo. Y este es el secreto. El secreto de ellos es la unidad; y el secreto de Dios es la Unidad”.

Chiara para tranquilizarlo, le propuso: “Mire, Padre, vamos a hacer así. Nosotros no sabemos lo que somos ni lo que Dios quiere de nosotros. Queremos sólo hacer la voluntad de Dios. Como tales, nos ponemos entonces en las manos de la Virgen para que Ella actúe. Nosotros no hacemos ningún proyecto. Nos consagramos al Corazón Inmaculado de María, para que Ella haga de esta Obra lo que esté en el designio de Dios”.

Así nació la Conjura, un pacto estrecho entre poquísimas personas: algunos focolarinos y focolarinas más maduros y algunos sacerdotes y religiosos.

 

Era el 22 de agosto de 1954, fiesta del Corazón Inmaculado de María. La tarde de aquel día, toda la Mariápolis se consagraba al Corazón Inmaculado de María para que Ella llevara a cumplimiento la voluntad de Dios sobre la Obra.

 

En ese momento, el P. Pavel reveló su verdadera identidad. Era un obispo de la Iglesia del silencio (¡!). Consagrado mientras estaba preso en una cárcel comunista de Eslovaquia, había trabajado en la organización de la Iglesia del silencio. Fue como un rayo a cielo abierto. Nadie de nosotros sospechaba tal cosa. Y quedó como un secreto guardado celosamente hasta que fue de dominio público en el Concilio Vaticano II. Esto explicaba el ansia de su alma: se sentía responsable, ante Dios, como pastor de aquella Iglesia.

De esta “Conjura” nació la Liga sacerdotal y religiosa. Lo cuenta Eli:

 

“En esos años, dado que el Movimiento estaba siendo todavía estudiado por la Iglesia, el obispo Gawlina, el P. Pavel (lo llamamos después “Padre María”), el P. Nazareno y el P. Novo, dieron vida a la Liga Mystici Corporis, bajo cuya estructura el Movimiento pudo seguir desarrollando sus propias actividades. Siguieron años duros especialmente para nuestros sacerdotesreligiosos”.

La “Liga” intentaba encarnar lo que había nacido, para sensibilizar, primero a nosotros mismos (no sabíamos cómo), y después a las demás personas que Dios iría poniendo en nuestro camino.

En aquel período, Igino Giordani (Foco), recibió el encargo por parte del Vicariato de Roma de fundar una revista para el ecumenismo,” Fides”, una revista algo polémica, en defensa de la fe. En esa secretaría surge la posibilidad de que el grupo que trabajaba con Foco se convirtiera en la primera célula de lo que tuviera que nacer. El P. Novo era secretario. Estaba el P. Pavel. Tenían que servirse de los religiosos para trabajar entre el clero y de los focolarinos para desarrollar esta actividad en los diversos ambientes.

….

Una vez regresados a Roma, la Obra siguió adelante.

  1. Novo, destinado a Palestina

...

 

La Mariápolis del ’55 fue maravillosa. Es la primera vez que se la llamó Mariápolis. Fue un despliegue de la Obra de María, un concretizarse de la Conjura. Por primera vez un focolarino pudo entrar en “el telón de acero” para una misión de la Iglesia. Todo había madurado naturalmente. Siendo su trabajo el comercio, se decidió que él importase mercancía de telón de acero. Hizo un viaje por invitación del Gobierno para ver el material y tomar acuerdos. Era una de las primeras veces que alguien de Occidente iba a Oriente para realizar esos contratos. Fue una gracia de Dios.

Aquel año, la marquesa Pacelli, hermana de Pio XII, había invitado a Chiara a acompañarla a Fátima en peregrinación. Fueron Chiara y Foco. Con esa ocasión se puso de relieve lo que había dicho en Fátima: “Finalmente mi Corazón Inmaculado triunfará”. Tendría que triunfar en Rusia porque Rusia se convertiría

La vocación de revivir a María era fuerte en el alma de todos, lo mismo que el deseo de preparar este triunfo del Corazón Inmaculado de María. Había que sensibilizar a toda la Iglesia de Occidente sobre el problema de la Iglesia del silencio; había que hacer algo para hacer sentir a nuestros hermanos del “otro lado del Telón de Acero” que la Iglesia libre vivía para ellos, darles ánimos para ser Iglesia en cualquier situación.

 

En Roma el P. Pavel y alguna otra autoridad eclesiástica pensaban en hacer algo para que al menos una voz de la Iglesia de Occidente llegase a la Iglesia del Silencio: una voz reconfortante de sostén, de amor. Fue por eso por lo que al P. Pavel le empezamos a llamar Padre María. La misión de la Virgen de aplastar la cabeza de la serpiente (el comunismo, que decía él).

Le dieron el encargo de organizar algo, una especie de Secretaría para la Iglesia del Silencio, con la misión de sensibilizar a la Iglesia sobre el problema del comunismo.

El P. María fue a hablar con el Padre General de los Franciscanos, P. Sepinski, para exponerle la situación. Quedó impresionado. Y llamó enseguida al P. Novo a Roma para trabajar en este Comité. Y lo mismo sucedió con el P. Nazareno. Estaba en Roma en aquel período Mons. Gawlina, obispo polaco, vicario castrense de las tropas polacas libres en tiempo de la guerra. A él le confió la Santa Sede presidir esta Secretaría que se llamó el “Comité”.

 

Fiera di Primiero. Mariápolis 1956.

El P. Novo vuelve de Palestina. Allí estaba Mons, Gawlina, el P. María y todo el grupo de sacerdotes y religiosos. Todos integrados en la Obra, pero con un fin, lo que se llamaba “el fin específico de la Obra”. Eso exigía de nosotros no tanto un trabajo cuanto ser. María no piensa en aplastar la cabeza de la serpiente, les decía Chiara; como Madre de Dios, de por sí, ya la aplasta. Ella es, y, porque es, aplasta la cabeza de la serpiente. Dios no nos pide un trabajo; nos pide “ser”, tener siempre a Jesús en medio, revivir a María. Este es nuestro método para combatir el comunismo, “Combatir” significaba recuperar a todos aquellos hermanos nuestros, atraerlos a una “trampa” y hacerles caer dentro y conquistarlos a todos.

De esta manera se iluminaba la fisonomía del “comité”.

Después de la Mariápolis, puesto que el P. Pavel estaba liberado, y lo mismo el P. Nazareno y el P. Novo, se hizo el primer focolar de los religiosos, al que pertenecían también don Sebastano (Micor), don Leonardi, el P. Cick, etc.

El “Comité” era, como entonces se decía, el sombrero bajo el cual trabajaba toda la Obra. Toda la Obra, por tanto, se expresaba a través de aquel grupo de religiosos que vivían en el seno de la Obra, el mismo espíritu.

Como religiosos, para hacer bien las cosas, tenían la voluntad de Dios de sensibilizar a toda la Iglesia en el problema del comunismo. La Obra sentía que, en su vivir y en su obrar, debía ser el alma de aquella actividad que se nos había confiado.

 

Luego nacieron las Jornadas: Tres domingos al mes organizaban “Jornadas” en distintas ciudades a las que invitaban a todos. Era la llamada “Escuadra” (es decir, Jesús en medio) compuesta por un religioso, un sacerdote de la “Liga”, una focolarina, un focolarino y un casado. Los demás de la Obra hacían de fermento en la masa de aquellos que participaban.

 

Se comenzaba por la mañana con la misa y se terminaba por la tarde. Y se hablaba. Cada vez sobre un tema. La Jornada tenía un título. Todos los temas se presentaban bajo distintos aspectos.

Este trabajo lo organizaba la Liga. Se trataba de un trabajo de Obra, pero expresado por el sacerdote que era la Liga. Eso en las relaciones oficiales, hacia el “exterior”. Al “interior”, sin embargo, el centro de unidad era la focolarina. Ella era el alma de la Escuadra. Y quien gobernaba era Jesús en medio.

 

Nota de Carlo Casabeltrame: “Yo tuve la suerte de estar presente a estos acontecimientos históricos.  Chiara quedó muy impactada por la homilía del Obispo polaco. Contó su experiencia en el campo de concentración, y de la conversión de los campesinos rusos por la fe de los soldados polacos”.

 

El 22 de agosto 1959, en plena “guerra fría” que enfrentaba al bloque occidental con el bloque soviético, los participantes en la Mariápolis de Fiera di Primiero, provenientes de más de 27 naciones, decidieron consagrarse y consagrar sus pueblos a María. La fórmula fue leída en las nueve lenguas presentes.

 

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Pochi giorni dopo, il 30 agosto 1959, Chiara scriveva: “Se un giorno gli uomini, ma non come singoli bensì come popoli, se un giorno i popoli sapranno posporre loro stessi, l’idea che essi hanno della loro patria, i loro regni, e offrirli come incenso al Signore, (…) e questo lo faranno per quell’amore reciproco fra gli Stati, che Dio domanda, come domanda l’amore reciproco tra i fratelli, quel giorno sarà l’inizio di una nuova era, perché quel giorno, così come è viva la presenza di Gesù fra due che si amano in Cristo, sarà vivo e presente Gesù fra i popoli (…)”.

 

  1. Fabio se pregunta. (22 de agosto de 2021) È un’utopia? Proprio in questo momento nel quale assistiamo impotenti alla tragedia dell’Afganistan e a quelle quotidiane e capillari che flagellano l’Africa, occorre credere a quel sogno.

 

Nel Messaggio inviato alla quinta Assemblea della WCRP, la Conferenza mondiale delle religioni per la pace, Chiara afferma: “Alla fine di questo millennio e all’approssimarsi del terzo, l’amore dovrebbe diventare sempre più costume nostro e di molti. L’amore è la forza più potente, feconda, sicura che può legare ogni società. L’amore, diffondere l’amore, insegnare ad amare... Dopo millenni di storia in cui si sono sperimentati i frutti della violenza e dell’odio fra i fratelli, sarebbe ora di sperimentare oggi i frutti dell’amore. E non solo dell’amore fra singoli, ma anche fra popoli. I popoli stessi sono chiamati non più ad ignorarsi e tanto meno a combattersi l’un l’altro, ma ad amarsi. È necessario che l’amore reciproco diventi legge per ogni comunità, civile o religiosa che sia”.

Nel 1959, lassù sulle Dolomiti, non si organizzò una tavola rotonda o un summit internazionale per risolvere i problemi del mondo, ma si innalzò una preghiera per l’unità dei popoli. Certo, occorrono interventi decisivi e che la politica agisca con competenza e responsabilità. Intanto noi preghiamo, uniti, per la pace e l’unità dei popoli.

lunes, 27 de junio de 2022

MARÍA INÉS "ALMA DE NIÑA Y DE PAYASO"

 


Este año, para celebrar el aniversario de María Inés, he escogido, con el permiso correspondiente, una parte del precioso texto que la Madre María Figueroa pronunció al final de aquella misa de despedida.

En familia, informalmente, solo entre nosotros, casi bromeando, como le gustaba a María Inés, me viene espontáneo recordar que la Iglesia empieza sus procesos para estudiar la santidad de sus hijos precisamente a partir de los cinco años de su partida (en nuestro caso, 2017-2022). Pero Don Ignacio, obispo de Huelva, no me lo dijo jocosamente, me lo dijo en serio: “Padre Manolo, no olvide que tiene usted una hermana santa; no lo dice el Papa, pero lo digo yo que soy obispo”.


“María Inés, tuviste un duro caminar, pero tu fe fue grande y la envoltura de un amor sencillo limó las asperezas de un ciego caminar. La inocencia en tu mirada te ayudó a descubrir la hermosura escondida del amor.

Siempre me llamó la atención que te atrajera tanto el Misterio de Jesús Abandonado y de su Madre Desolada, cuando los cascabeles de tu genio alegre se agitaban en tus manos queriendo repicar para los niños, para tus hermanas, para tu gente, para cuantos se acercaban a tu día a día … Pero, cuando he ido acompañando de cerca ese día a día, sí he podido comprobar tu frecuente abrazo con el abandono y la desolación.

Y ya del todo lo abrazaste sobre un hecho que amordazó tu vida tantos años. Con alma de niña y de payaso, con espíritu de atleta o débil pajarillo, fuiste sonrisa, aleteo y firmeza.

Gracias por esos giros con los que, a veces disfrazabas, tus difíciles saltos en el aire.

Gracias y perdón por aquel, que, llena de ilusión, ofreciste por mí y del que nunca me exigiste su precio…

Gracias por tu lucha en la olimpiada de la entrega fraterna, por tu obediencia fiel y tu cariño llevado hasta el final.

Gracias por enseñarnos que el camino del cielo se recorre en lo sencillo de las cosas, tras el velo de la nube pasajera o entre la oscuridad del no saber.

Sobre todo, gracias por tu alma de niña dispuesta siempre a dar, a callar tus pesares. No quejarte fue el lema, sonreír y escuchar. Disfrutar con lo pequeño y admirarte con todo fue siempre tu postura preferida, como esa corderilla que retoza tranquila entre las flores de su pradera conocida.
En esa pradera y en manos de Jesús has vivido siempre y María, tu Madre elegida, ha cuidado de ti cada día, en casa, en el colegio, en el claustro. Ha protegido tu infancia y ha acompañado tu entrega hasta el final.

Me dijiste que le pidiera para ti paz y serenidad, estoy segura de que te envolvió con ellas.

Dolor y paz ¡Todo ofrecido! Ganas de vivir, pero Él y su voluntad por encima de todo; esa fue siempre realmente tu paz.
Te encantaba aquel Salmo: “En cumplir tus mandatos está mi alegría más que en cualquier otro bien”. Ahora recogerás el premio de tu obediencia entregada, sin grandes preguntas ni grandes argumentos porque el corazón sencillo no se hace aquellas ni se plantea estas; sencillamente ama, aunque no entienda. ¡Son las paradojas de la fidelidad!

Muchos años hemos caminado juntas y tus ojillos siempre me han demostrado esa ingenua simplicidad de estar a mi lado y dejarme estar al tuyo. ¡Gracias por tu abrazo y tu cariño! Gracias por haber cogido la maleta, casi sin nada, pero cargada de ilusión, aunque bañada en lágrimas y haber compartido la misión a la que juntas nos envió el Señor desde Talavera a Huelva.

Sor María Eugenia, Sor Sacramento, Sor María Inés y Sor María, las cuatro magníficas nos decían por ser un poco Quijotes “a lo divino”.

Sor María Inés ¿ya no lloras? Te decía el Sr. Antonio en aquella furgoneta rumbo al sur. Y tú, como una niña grande contestabas: “es que estoy cogiendo fuerzas para seguir llorando…” ¡siempre haciéndonos reír, siempre intentando que todas a tu lado fuéramos felices! Corazón de payaso, corazón de ángel…
 
Aquí la Virgen nos esperaba, te esperaba y te envolvió con su cinta junto al mar. Todos sabemos los colores de estos años. ¿Han formado un arco iris? Sí, pero también sabemos eso de la luz que se rompe en siete haces; tiene que romperse… Y tú lo has hecho con el mismo cariño que si estuvieras repartiendo sonrisas; no tenían precio, eran pedacitos de tu alma.

Todos te han querido, niños, familias, amigos, hermanas…

¡Estabas muy “mal” acostumbrada y esta costumbre te ha acompañado hasta el final! Y también después, porque todos te recordaremos en multitud de detalles y anécdotas en tantos nombres que con tanta gracia entrañable supiste poner: la agüeli, la mamá del cole…, en esos dichos de tu abuela que sabías traer a colación, en esos cantos populares y religiosos, en tus chistes escenificados que pasarán a la posteridad como irrepetibles, en las fiestas, que desde que tuviste que irlas dejando ya no han sido las mismas, en tus catequesis de Primera Comunión o en tus clases de un Preescolar lleno de vida y de piruetas, en tus oraciones sencillas y en el compartir la vida, en tus vivas de la Salve Rociera que hacían vibrar la Iglesia y arrancaban aplausos de emoción…

Podría seguir, pero el cuaderno se me acabaría”.

Nota del “editor” para quienes no conocen los detalles:

Mª Inés vistió el hábito de agustina en el convento de Talavera de la Reina (Toledo) en 1970, pronunció sus primeros votos en 1972 y se consagró definitivamente el 11 de julio de 1977. Estudió en Madrid y se convirtió en la maestrilla que encantaba a los pequeñajos y pequeñajas talaveranos.
En septiembre de 1986 las cuatro monjas (María Inés, entre ellas) a que se refiere la Madre María, salieron de Talavera para reforzar la comunidad de Huelva y, por lógica (en Talavera, el colegio existe desde 1901), montar un colegio que, en los últimos años de Huelva, era solo un rinconcito de Infantiles-Preescolar.
La despedida de Talavera -se puede imaginar conociendo lo que se quieren las monjas- fue un espectáculo entrañable de abrazos y lágrimas. María Inés se llevaría la palma. A esa escena asistió el chofer de las monjas, el sr. Antonio, que condujo la furgoneta hasta Huelva.
En 1989 se abre en la ciudad de Huelva el Colegio de las Madres Agustinas. Y se agranda en 1992.  
En esos años, en uno de sus “bailes” y gimnasias festivas con la muchachada, María Inés se hizo daño en la columna. Mientras pudo, le quitó importancia. Pero a ese “hecho que amordazó su vida tantos años” se refiere el texto. A partir de ahí, penilla tras penilla, la salud quebrantada, niña entre los niños, sin dejar de sonreír y jugar y festejar, disfrutando de todo, María Inés se fue ganando el cielo, mientras, sin darse cuenta, nos estaba enseñando magistralmente a muchos, grandes y pequeños, el camino.
La conoció muy bien la Madre María: “Con alma de niña y de payaso, con espíritu de atleta o débil pajarillo, fuiste sonrisa, aleteo y firmeza”.

domingo, 15 de mayo de 2022

Cádiz, 13 de mayo de 2022 Versos a la Virgen Madre (PADRE MANOLO MORALES)



Hoy es un deber de hijos dedicarle tiempo, afecto y poesía a la Madre. Con la sintonía del canto de Fátima, aquí va el soneto dedicado a Ella. Con una necesaria presentación. 
 Frecuentador de las Murallas de San Carlos (¿quién no las conoce en Cádiz?), atraen la mirada hoy esos mantos hermosísimos de florecilla morada con que se cubren en mayo las jaracandas. Una de ellas, privilegiada, en la contigua plaza de Filipinas, se encarga de acercar sus ramas y sus pétalos a una imagen de María Inmaculada, Reina y Señora del Rosario, erguida sobre una altísima columna, obra genovesa del siglo XVII, encargada por fray Pablo de Cádiz. Fue este fraile uno de aquellos capuchinos que abundaban y abundan, predicador y misionero, con fuego en el corazón y un amor a la Virgen que arrastraba y convertía. Organizó en Cádiz lo que llamaron “Rosarios públicos”. Quería, humilde, dejar claro que “el fuego” venía de un gran predicador dominico de Sevilla, Padre Ulloa, que llama “águila caudal”, mientras él, fray Diego, se consideraba solo “una humilde cigarra capuchina” (¡así son estos hijos de San Francisco!). Este Triunfo de María inmortaliza aquella explosión de fe y amor al Rosario. 

Levantado en origen frente al antiguo Convento de Capuchinos, estuvo muchos años desmontado en el interior del convento. Hoy está aquí. 

 Bello es el “Triunfo de la Inmaculada”, 
“Rosario púbico”, Amor creyente,
 Columna de este hogar que son su gente:
 Cádiz de siglos bajo su mirada. 

 Jaracanda hermana de flor morada,
 bésala tú, que llegas a su frente;
 tus pétalos le recen tiernamente
 por esta humanidad desconcertada. 

 Misterio de dolor es esta vida
 salpicada de guerras entre hermanos,
 Familia, ¡oh Madre!, de tu fe nacida. 

 De luz y gloria y gozo enaltecida, 
junta nuestra oración entre tus manos 
y haz de tus pueblos una Tierra unida.