Poner en valor la obra que Dios ha realizado en nosotros
Si a Dios le gusta que nos sintamos los artífices de nuestra propia historia, a nosotros nos hace bien mirarle a los ojos y reconocerle la vida y el deseo, las aptitudes y los talentos, y esta "misión que somos" cada uno para los demás. (P.M.)
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