3.12.2020 Mantenerse arraigados en la voluntad de Dios
Ahí, en ese Amor eterno, reside nuestra verdadera estabilidad. Está Él más cerca de nosotros que nosotros mismos. Y el mundo, aunque arrecie la tormenta, está en sus manos; basta poner en ellas el ancla de nuestro corazón. (P.M.)
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