Ser misericordiosos unos con otros (Cf. Ef 4,32)
¡Cómo nos duele ser juzgados sin saber lo que vivimos y sufrimos por dentro! ¡Y cuánto nos estimula quien nos ama y conoce! Las sorpresas llegarán cuando Dios nos reciba en el cielo y el amor recíproco nos haga transparentes. (P.M.)
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