16.5 Vislumbrar en cada hermano la presencia de Dios
Cuando miramos al prójimo, son mis ojos responsables de lo que veo, no los ojos de los demás, por muy "autorizados" que sean. Y, como "el color del cristal con que se mira" está en el corazón, procuro tenerlo limpio para poder "ver a Dios". (P.M.)
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