Acoger con alegría la Palabra de Dios en nuestro corazón
¡De cuántas sequedades nos veríamos libres si bebiéramos más de esa fuente! ¡Cuántas heridas se curarían si atendiéramos a ese Médico! Él está siempre conectado. Soy yo quien desconecto. ¿Y me extrañaré de que llegue la tristeza? (P.M.)
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