Consolar a quien está afligido (Cf. Is 66,13)
¡Qué mala es la tristeza y cuánta la sed de compañía que nos libere de ella! Saciará la consolación nuestra sólo si buscamos el agua en el Corazón de Dios, que late así: "Como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo". (P.M.)
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